Y tú ¿a quién colocas en el buzón de spam?

Juan Luis Polo

19 junio 2008


Es más fácil pulsar la tecla de spam, que desuscribirte de una lista de correos. De tal modo y manera, que en mi caso el correo no deseado alcanza cotas de escándalo. Y cuidado que no me refiero a los correos que son spam en su origen, las ofertas típicas de productos para una potencia sexual indescriptible, junto con las conocidas réplicas de relojes de marca, entre otras.

Me refiero a listas de correo serias de partida, a las que me suscriben o inclusive he llegado a suscribirme en el pasado, pero de las que no me tomo la molestia ni tan siquiera de buscar el sistema de para eliminar mi suscripción. Es más fácil marcarlo como spam.

¿Pero ayuda esto a las empresas?

«Quien tiene una queja, tiene un tesoro» que en resumidas cuentas viene a decir que la queja de un cliente, es el motor de las mejoras en las empresas. Así que debería ser una máxima en la comunicación de los empresas, que haya un sistema bidireccional para para recoger esas quejas.

De igual manera, si yo edito un newletter, blog o envío mails comerciales con ofertas o lo que fuese, debería partir de la base de que se suscriban sólo aquellos interesados en lo que cuento y además dar la facilidad de que se puedan borrar en cualquier momento. Además, debería ser así por imperativo legal. De esta manera sabría en todo momento si lo que ofrezco tiene interés para la gente que lo recibe o no: las bajas en el newsletter indicarían datos de los que yo podría aprender.

¿Pero que pasa si yo lo marco como spam? NADA: para mí ha desaparecido virtualmente de delante de mi vista y la empresa tan feliz pensando que yo sigo recibiendo la suscripción…

Una oportunidad perdida para esa empresa de contrastar si su publicidad llega, un lector menos en realidad y el limbo del spam, ese purgatorio a donde van a parar nuestros correos no deseados, creciendo sin parar.

De puro absurdo, asusta.