
UBER: cuando la innovación de la economía colaborativa choca contra la legalidad
14 enero 2015
Fotomontaje original: Javier de la Torre – Revista Semana
Desde hace algunos meses, UBER está siendo el protagonista de titulares, columnas de opinión y reportajes en las principales cadenas de televisión de Colombia. Tras casi año y medio de presencia en el país, en concreto en Bogotá y Cali, y, recientemente, en Medellín y Cartagena, hace unas semanas se hizo oficial que el Ministerio de Transporte declaraba ilegal a la compañía norteamericana en Colombia.
Coincidentemente, el pasado día 26 de diciembre el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Madrid ordenaba el cierre inmediato tanto de la aplicación UBER como de su propia página web. Una medida que constituía la ejecución práctica del auto que hace unos días obligaba a la compañía a interrumpir su servicio en España. El servicio de UBER también ha sido ilegalizado recientemente en ciudades en Holanda e India, entre otros.
Una nefasta noticia para los fans de UBER (incluido el equipo de @tcreativo_co) que habían encontrado en este nuevo servicio una alternativa de gran valor para el transporte público en Bogotá, que está empezando a optimizar el servicio de bus urbano, con su Sistema Integrado de Transporte Masivo y con su red de Transmilenio, (coloquialmente “Transmilleno”), que últimamente ha desmejorado la calidad del servicio para sus usuarios. Todo esto, unido a que Bogotá no tiene metro (en una ciudad de más de 8 millones de habitantes).
¿Qué pasaría en Madrid y Barcelona si te levantas una mañana y no tienes transporte público accesible y de calidad para ir al trabajo? ¿Cómo vivir con la medida del «pico y placa» que restringe el uso de tu vehículo privado en las principales ciudades de Colombia a determinadas horas del día para fomentar el uso del transporte público? La respuesta a todas estas preguntas es el caos.
UBER es parte de la solución a este problema, permitiendo que los taxis especiales, que daban servicio, especialmente a los hoteles, pudieran ser utilizados por los ciudadanos a unas tarifas un 30% más caras que los taxis normales, que suelen ser bastante más baratos que en España. UBER inicio conversaciones con el Ministerio de Transporte de Colombia para operar sin problemas, pero algo ocurrió. El poderoso lobby de los taxistas empezó a presionar al Ministerio sobre la ilegalidad de este servicio por competencia desleal.
A finales del pasado noviembre, y para elevar el órdago a la administración pública colombiana, UBER lanzó su nuevo servicio UBER X, que ofrecía la posibilidad de que los ciudadanos pudieran compartir su coche particular y sacar un «sobresueldo» llevando a desconocidos como si fueran taxis privados. Toda una bomba de relojería, que llevó a la ilegalizar toda la operación de UBER en Colombia.
Según el Ministerio de Transporte de Colombia, que acaba de dar la orden de inmovilizar a los vehículos de UBER, las plataformas tecnológicas que faciliten el transporte de pasajeros “no son legales”, a no ser que sean utilizadas por las empresas de taxis amarillos (los tradicionales) autorizadas por el Ministerio. UBER se defiende afirmando que es una firma legalmente constituida que paga sus impuestos y que sus “socios conductores” están legalmente afiliados a empresas reconocidas por el Ministerio de Transporte.
Toda esta polémica suscitada alrededor de modelos de negocio como los de UBER, Airbnb, Lyft, TaskRabbit, Zaarly, etc. nos debería hacer reflexionar sobre los procesos de transformación digital que se están produciendo en la mayoría de las industrias y que podéis revisar en el White Paper que ha publicado recientemente Territorio creativo.
Los retos legales de la economía colaborativa
Más allá de iniciar el debate de si estos ejemplos de modelos de negocio disruptivos hacen parte de la llamada Economía Colaborativa o Consumo Colaborativo (que el propio Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) valora con un potencial de 82.000 millones de euros para los próximos años), la sociedad debería plantearse si es aceptable frenar por medio de las leyes la innovación de estas nuevas empresas que ofrecen nuevas alternativas de servicio a sus usuarios por blindar a sectores empresariales que se han quedado obsoletos y que no han aprovechado la tecnología como eje vertebrador de su subsistencia en el mercado.
Una nueva regularización de estos negocios, para evitar una posible economía sumergida en la que puedan participar todos los actores económicos implicados es la única opción para avanzar con estos procesos de cambio de paradigmas de consumo que los usuarios digitalizados están exigiendo a las empresas.
UBER es un claro ejemplo de compañía que intenta cambiar las reglas de juego, con un servicio que surge desde un proceso de innovación nativo digital pero que tiene que luchar con un sector tradicional que ha empezado a digitalizarse con retraso y sin ambición, y que no ha querido afrontar una transformación digital real y liderar un nuevo escenario que sigue influenciado por la ley de la oferta y la demanda.
¿Qué pensáis sobre toda está polémica y cómo afectará a las empresas con las que tenemos contacto en nuestra vida cotidiana? Parece estar cada día más claro que las empresas están empezando a dejar de mirarse en su propio ombligo y están poniendo a sus clientes en el centro de sus organizaciones como la principal ventaja competitiva de su estrategia. Aquellas que no lo hagan, se verán adelantadas por nuevos competidores más pronto que tarde.
Mientras que llegue este momento, muchas más bicicletas se ven en las calles de Bogotá. Más que una nueva cultura hipster, una necesidad ante la falta de opciones de movilidad en la ciudad de Bogotá.

