Teoría de juegos aplicada. ¿Nos ayuda a tomar mejores decisiones?

Joel Calafell

9 febrero 2015

Hay ciertos aspectos en la teoría de juego que te pueden ayudar a tomar mejores decisiones. Te enseñan a tener un mayor entendimiento de por qué suceden las cosas, y a dejar de echarle la culpa al azar o a la mala suerte. Hoy, en TcBlog, compartimos algunos de los aprendizajes que nos puede otorgar el hecho de combinar probabilidad con estrategia. Y ello, por supuesto, se puede aplicar también en tus proyectos o tu forma de resolver problemas.

¡No dejes que los números te engañen en tu próxima jugada!

Aprendizaje 1.

Si no estás dispuesto a perder, no ganarás.

Agarrarse al resultado a toda costa suele ser una actitud muy común entre los jugadores menos experimentados de todo tipo de juegos. Es casi un instinto natural; nos fijamos en lo que tenemos o lo que hemos logrado y no lo queremos perder de ninguna de las maneras. Pero a menudo, focalizarse en no perder nos impide evolucionar en la situación y nos hace perder de vista una posibilidad de ganar, por muy remota que sea. Y ganar, siempre es mucho mejor que “no perder”, claro. En la vida, ocurre igual. Por eso, dejarse llevar por el instinto de supervivencia no es siempre lo más recomendable cuando se trata de tomar decisiones rentables.

Ese “no perder” es el que te obliga a seguir una rutina, en no salir de tu burbuja y en quedarte en tu zona de confort. Es el que te hace mover un peón arriba y abajo sin caer en que, de haber sido un poco más osado, habrías conseguido un “Jaque mate”.

¿Qué se puede aprender?

Para poder ganar, hay que estar dispuesto a perder. Hay que centrarse en ver una victoria, y no una resistencia a la derrota. ¡Piensa fuera de la caja, prueba cosas nuevas, enfoca el problema desde otras perspectivas y no te rindas hasta agotar las alternativas!

Aprendizaje 2.

Conoce lo que arriesgas y sabrás lo que ganas.

Primero hay que entender cómo funciona nuestro cerebro y saber que siempre que tomas una decisión estás realizando inconscientemente un cálculo mental de cuál es su Valor Esperado (EV). Ello consiste en determinar un resultado esperado a través de la probabilidad, como por ejemplo cuál será tu recompensa final en función de tu inversión inicial. Si el coste de lo que haces (ya sea en dinero, en horas o en esfuerzo), es igual o mayor que el beneficio que esperas conseguir, entonces no merece la pena que te molestes, tu valor esperado será negativo.

Entender qué es lo que estamos comprometiendo cuando realizamos cualquier tarea o proyecto, es vital para determinar si algo realmente merece la pena. Podríamos resumirlo en la siguiente tabla de coste/beneficio:

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Eje horizontal: Beneficio. Eje vertical: Coste.

Es decir, que el beneficio debe ser siempre mayor que el coste para que tu decisión sea potencialmente beneficiosa para ti. Para saberlo, hay que saber perfectamente qué estamos arriesgando y qué podemos obtener con ello. De poco nos valdrá comprometer 100€ si lo máximo que podemos obtener son 100€. ¿Y si podemos conseguir 150€? El beneficio será positivo, claro, pero eso no significa que su valor esperado sea positivo. ¿Qué probabilidades tenemos de que eso suceda? ¿Son nuestros últimos 100€? ¿Hay oportunidades mejores?

¿Qué se puede aprender?

Para tomar decisiones rentables, hay que conocer a la perfección cuál será nuestro beneficio potencial (no tiene por qué ser necesariamente económico) y qué coste directo nos supone intentar conseguirlo. En nuestro día a día hay miles de acciones que hacemos con un valor esperado negativo… ¡Así quizás ahora empieces a verlo todo con un ojo más analítico!

Aprendizaje 3.

Buenas decisiones no implican buenos resultados.

Imagina que te dispones a lanzar una moneda diez veces. Si te preguntan por la cantidad de veces que esperas que salga “cara”, posiblemente digas que unas cinco veces, ya que la única referencia global que tienes es que la probabilidad de que salga “cara” es del 50%. Ahora bien, eso no significa que ese vaya a ser el resultado real, sino simplemente una conjetura estadística basada en la tendencia al infinito y que resulta en la única información de la que dispones para realizar esa afirmación. La realidad, es que podrías lanzar esa moneda cinco veces y que ninguna de ellas fuese cara. ¿Entonces eso ha sido mala suerte? Realmente no, esa desviación atípica tiene que ver con la varianza.

Las desviaciones estadísticas existen, y el hecho de que lo tengas todo a favor no significa que tu éxito esté garantizado. El problema suele ser en el análisis simple que se suele hacer después de estos casos: “Si no funcionó, probablemente no fue tan buena idea”. ¿Pero estás seguro de ello? ¿Has analizado exactamente por qué ha fracasado? ¿Seguro que no hay nada que pueda haber desviado esos datos?

¿Qué se puede aprender?

La calidad de las decisiones no va directamente relacionada con el resultado. Y la muestra es que se puede llegar a buenos resultados con decisiones mal tomadas. En los juegos de azar, de hecho, resulta vital entrenarte psicológicamente para entender que la probabilidad nunca funciona como algo absoluto, y que sólo marca una posible tendencia. Analiza las cosas con una muestra suficientemente grande y sé paciente. Si lo estás haciendo bien, los resultados llegarán tarde o temprano.

Aprendizaje 4.

Si te quedas sin recursos, perderás.

Considera recurso todo aquello que sea susceptible de agotarse. Comprometer todo lo que tienes nunca ha sido una buena idea, y tú tampoco vas a querer estar en la misma situación. ¿Por qué es tan importante cuidar y repartir nuestros recursos? Porque una mayor cantidad de recursos… nos permitirá tomar decisiones más rentables.

¿Recuerdas la tabla de coste/beneficio? Si estamos en una situación en la que podemos invertir con un coste mayor, también estaremos en camino de obtener un beneficio proporcionalmente mucho mayor. Perder o malgastar nuestros recursos demasiado rápido no sólo nos desanimará en futuras decisiones, sino que hará que nuestra capacidad de recuperación se vea gravemente afectada. Es decir, cuanto menores sean tus recursos, más difícil te será regresar a una situación más favorable.

¿Qué se puede aprender?

“Nunca debes apostarlo todo a la misma carta”. Una buena estrategia de gestión consiste en distribuirlos en distintas “cajas”. Por ejemplo, si nuestros recursos totales estuviesen limitados a 10 horas de trabajo, podría ser más interesante distribuirlos en dos proyectos de 5 horas cada una que comprometerlas todas a la misma tarea. El reparto de los recursos da más probabilidades de éxito y evita perder todo nuestro tiempo o dinero por culpa de una mala decisión o de una situación desfavorable que se escape de nuestro control.

Poker de ases

Pixabay

Aprendizaje 5.

Donde no llega la razón, llega la intuición.

Con frecuencia nos encontramos en situaciones en las que no tenemos muy claro cuál debería ser nuestro próximo movimiento. Apenas tenemos referencias o datos que nos ayuden a tomar una decisión de forma racional. Y es precisamente en ese momento, en el que la razón ya ha dictaminado que no te puede ser de más ayuda, cuando entra a escena la toma de decisiones por intuición.

¡Y mucho ojo! La intuición no es racional, pero tampoco es contraria a la razón. Y es que la intuición no es más que “la suma de experiencias previas”. ¿Nunca te ha ocurrido lo de tener la sensación de que algo va a salir mal sin saber muy bien por qué? La explicación es que nuestro subconsciente es capaz de archivar, recordar y procesar todas aquellas situaciones similares a las que estamos viviendo en ese momento y de establecer ciertos patrones. Y lo hace basándose en la estadística pasada.

Por ejemplo, si las diez últimas veces que hemos tomado la decisión X nos ha salido mal, tan pronto como nos encontremos una situación notablemente parecida a X, tendremos “ese mal presentimiento”… ¡Nuestra intuición intentará alertarnos de las posibles consecuencias!

¿Qué se puede aprender?

Aunque sin el conocimiento o la experiencia previa suficiente es muy difícil que tu intuición te acabe guiando con eficacia hacia la decisión correcta, muchas veces puede alertarte a tiempo de que hay algo podría acabar saliendo mal. ¿Le estás prestando la atención que se merece a tu intuición? Deberías pararte y reflexionar, ya que quizás haya un buen motivo para escucharla. ¡Tu mente recuerda más cosas de las que probablemente imaginabas!