
Fotografías en Snapvillage: ¿la web 2.0 convierte lo caro en barato?
1 agosto 2007
Han tardado en espabilar, pero ya están desembarcando: Corbis ha presentado la nueva web para imágenes libre de royalties con precios que van de 1 euro hasta los 50. Para que nos hagamos una idea de lo que esto significa, una foto en la que hubiese que pagar por utilización podría empezar a partir de 400 euros y llegar en muchos casos los 1.200 euros. Y lo decimos por experiencia propia, en concreto con Corbis
¿Cómo han conseguido este milagro? pues tan sencillo como dar a los amateurs la posibilidad de poner sus fotos a disposición de agencias y empresas, o sea, un banco de imágenes con un intermediario, en este caso Corbis. El modelo ya existía, pero con otros precios: o antes los fotógrafos ganaban mucha pasta o los bancos de imágenes se ponían las botas o el alojamiento de las webs era prohibitivo, porque de lo contrario no se entiende el precio que tienen todavía este tipo de imágenes. Me temo que es una mezcla de todo un poco. Pero lo más importante ha sido el cambio que la fotografía digital ha supuesto y está suponiendo, para esta industria.
Hasta hace bien poco, un fotógrafo con cosas que enseñar lo tenía duro: el circuito de la venta era pequeño y el status quo de la industria lo ponía mucho más difícil. Además había una gran barrera de base: el equipo basado en la película. La técnica fotográfica es compleja y llena de vericuetos, necesita estudio y continuidad. Sobre todo porque hacer muchas fotos para aprender de los errores (la investigación, la madre de la ciencia) era especialmente costoso: desde la compra del carrete hasta los revelados. Y luego si querías usar medios digitales, tocaba pasar por horas de escaner. La fotografía digital ha acabado con muchos de los inconvenientes: la curva de aprendizaje (para el que de verdad quiere aprender) es más bien rápida y se puede probar una y otra vez, hasta que se comienza a dominar la técnica.
Otra cosa es el ojo fotográfico que se tenga: la técnica no garantiza transmitir emociones con la fotografía, sólo garantiza conseguir fotos bien expuestas, bien encuadradas y poco más.
Leía hace poco que uno de cada tres españoles cuenta con cámara de fotos digital. Así que no es de extrañar que las empresas hayan buscado una fórmula para dar salida a ese ingente montón de fotografías que están ansiosas por ser mostradas. Un método para que el aficionado a hacer fotografía y sobre todo enseñarlas, estuviese encantada de venderlas, aunque sea mínimo el precio que puede conseguir. Y la clave era sencilla: alimentar el ego del autor. La base principal sobre la que se está conformando esto que entre todos llamamos la web 2.0, es la creación de un inmenso almacén de superegos, que buscan a toda costa reconocimiento para aquello, que nunca hubiese pasado del ámbito familiar: un vídeo de vacaciones, las fotos de un viaje a ninguna parte, el niño al que graban imitando a quien sabe qué…
Al final, tendremos que admitir que aunque la web 2.0 tiene ese toque romántico de querer acabar con los privilegios de los grandes monopolios de la comunicación y el ocio, algo que la transforma en el Robin Hood luchando contra el capitalismo más rancio, quitando audiencias y cuota de poder a los grandes para entregárselos a la ciudadanía, terminará engulléndonos a todos, descubriendo que en la mayor parte de los casos, nos hemos vendido por un mísero plato de lentejas.
Pero mientras tanto, yo seguiré subiendo fotos a Flickr, no vaya a ser que llegue el pelotazo 2.0 y a mí me pille con el paso cambiado. Maldito sea mi ego, le odio 😉
(Vía Valentín Sama)

