Reflexiones de un Rebel

Greg Lee

10 enero 2019

190110 greg rebel wp 1 1

La Navidad y el Año Nuevo son un periodo para la indulgencia extrema (¡culpable!), un momento para reflexionar y un tiempo para marcarse nuevos propósitos para el año que viene.

Como un Rebel relativamente nuevo, me gustaría compartir una serie de reflexiones sobre mi experiencia hasta la fecha. Me uní a Good Rebels en septiembre con el reto de ayudar a los clientes a navegar hacia el futuro, una tarea tan estimulante como siempre ha sido – quizás ahora más que nunca – dada la variedad de formas en que los medios digitales y sociales pueden ser utilizados para abordar los retos empresariales. No existe un mismo reto ni una misma solución, por lo que cada estrategia que desarrollamos y cada conjunto de tácticas que recomendamos son únicas para cada cliente individual. Cada desafío exige un pensamiento nuevo por lo que nunca ha sido tan relevante esa famosa cita de Henry Ford:

«Si haces lo que siempre has hecho, tendrás lo que siempre has tenido.»

Reflexiones

En Good Rebels, tenemos suerte. Nuestra cultura corporativa es extraordinariamente inclusiva y enérgica, y se nos anima a todos a sumergirnos en pensar de manera disruptiva, innovar y estar siempre a la vanguardia del marketing social. Trabajamos con una amplia gama de clientes para sectores muy diversos (como automoción, finanzas, retail, salud y gran consumo) y desde distintos países -nuestros expertos están repartidos en nuestras cuatro oficinas internacionales:Barcelona, Brighton, Madrid y México.

Esta realidad global, multisectorial y multicultural nos permite abordar retos y experiencias cambiantes, en las que aprendemos, co-creamos e impulsamos un beneficio mutuo. Trabajamos estrechamente con nuestros clientes para ayudarles a superar los desafíos que se les presentan y ese conocimiento que generamos sobre un cliente o sector lo compartimos internamente y lo extendemos a toda la red.

Hasta ahora, muy inspirador. Pero, ¿qué esperamos del futuro?

Propósitos de nuevo año

El otro día, mientras mis hijos se preparaban para su primer día de colegio después de las vacaciones de Navidad, les animé (como suelo hacer) a «esforzarse al máximo, a hacer lo mejor posible y a DISFRUTARLO». Entonces me di cuenta de que éste es un enfoque que no he traído conmigo, al menos explícitamente, a mi entorno de trabajo. ¿Y por qué no? Es una verdad universal, al menos en la teoría de la educación, que si disfrutas de lo que haces, te esfuerzas más y tus habilidades crecen y mejoran.

También es cierto (o así lo tenemos ya grabado en nuestra mente) que cuanto más inviertes, trabajas y te esfuerzas, mejores resultados obtienes. O como dijo el golfista sudafricano Gary Player: «cuanto más practico, más suerte tengo». Sin embargo, en mi experiencia, pocas veces incorporamos esta forma de pensar en nuestro día a día en el trabajo. En el mejor de los casos, nos damos cuenta en la evaluación que hacemos a final de año.

Algunos, los más cínicos, estarán en contra de esta forma de pensar – disfrute, esfuerzo y recompensa- porque consideran que este planteamiento puede estar bien para mis hijos, para la edad escolar, pero no para el entorno laboral. Sin embargo, estoy convencido de que la razón por la que enseñamos estas cosas a nuestros hijos es porque queremos que desarrollen buenos hábitos, queremos darles la mejor base posible para crecer. Y de vez en cuando, no hace daño volver y revisar estas lecciones para aplicarlas a nosotros mismos.

Así que, uno de mis propósitos para 2019 es ser más honesto conmigo mismo sobre el trabajo que estoy haciendo. ¿He hecho todo lo que he podido? ¿He organizado bien mi tiempo? ¿He alcanzado las expectativas que mis colegas y clientes tienen? Y, extendiendo esta mentalidad también a mis compañeros, la pregunta que tenemos que hacernos es: ¿hemos hecho todo lo posible, hemos dado lo mejor de nosotros?

Porque si la respuesta a esa pregunta es un genuino y rotundo «sí», entonces estamos a medio camino de tener un exitoso 2019. ¡Simple, de verdad!