Redes y tecnología para la gestión de crisis sociales

Rocío Martínez

19 enero 2014

Courtney Love nos ha hecho reflexionar. Sus habilidades como rastreadora de aviones desaparecidos nos ha llevado a pensar en el alcance de los medios sociales, que de entornos para compartir información y conectar personas, han pasado a convertirse en herramientas de gran utilidad para la resolución de emergencias, catástrofes y crisis de todo tipo. Perdiendo por completo su esencia lúdica, las redes sociales y la tecnología se ponen en esos momentos al servicio de fuerzas policiales, equipos de emergencia, gobiernos e instituciones, convirtiéndose en un canal eficaz, global e inmediato para la comunicación.

El caso del avión desaparecido de Malaysia Airlines ilustra perfectamente las ventajas y posibilidades que existen al aplicar los medios sociales y la tecnología en la gestión de crisis. Para implicar a todo el mundo en las labores de búsqueda del aparato, la compañía estadounidense Digital Globe puso en marcha Tomnod, una aplicación interactiva que permite a los usuarios navegar por un mapa online y marcar aquellos lugares donde creen detectar alguna pista o resto del avión. Para muestra, un botón: la web se colapsó en un hora y, pocos días después, ya había más de 4,7 millones de indicios marcados en el mapa; entre ellos el de Courtney Love, que no dudó en hacer gala de ello a través de su Twitter.

 

Los momentos de crisis transforman por completo las motivaciones que nos llevan a usar las redes sociales, dotando a éstas de una utilidad y un valor que ha ido aumentando conforme se desarrollaba la sociedad 2.0. El huracán Katrina fue el momento en el que vimos, por primera vez, las posibilidades que ofrecía el entorno online en este sentido.

El 29 de agosto de 2005, un huracán tomó tierra en el sudeste de Louisiana y dejó totalmente devastada la ciudad de Nueva Orleans. En los días posteriores, los medios online recibieron un aluvión de visitas e internet se convirtió en una herramienta fundamental para entrar en contacto con los damnificados: cerca de la mitad de los residentes en Nueva Orleans empleó internet para contactar con familia, amigos y otras personas de su entorno geográfico, social y escolar; y se puso en marcha la People Finder Interchange Format (precedente del Google Person Finder), un sistema creado para permitir el intercambio de información entre los gobiernos y las organizaciones de ayuda, facilitando así la localización de las personas desaparecidas. Además, el medio online no sólo ayudó a agilizar las comunicaciones con los afectados de la zona, sino que supuso un importante impulso en la llegada de suministros y recursos para el proceso de reconstrucción, con 13 millones de donaciones que se realizaron a través de internet.

Haití, 2010: la información como protagonista

Cuando en 2010 un terremoto de 7.2 grados en la escala de Ritcher hizo temblar Haití, las redes sociales vibraron con tanta o más intensidad que el suelo. Los muertos y desaparecidos se contaban por cientos de miles y las familias buscaban a sus seres queridos desesperadamente en un país devastado, en el que las comunicaciones eran muy complicadas. Twitter se convirtió, así, en una vía de comunicación rápida y efectiva.

El impacto de la catástrofe en esta red social es indiscutible: en las primeras horas tras el terremoto, 2.3 millones de tuits incluían la palabra “Haití”. Además, los damnificados usaron los medios sociales para contar sus historias y proveer de información a los medios de comunicación, como demuestra la página web que creó el Wall Street Journal, donde se recogían los testimonios e imágenes tomadas por los supervivientes con la intención de compartirlas con el mundo a través de internet.

La información vertida en las redes sociales contribuyó a salvar muchas vidas: dos horas después del terremoto, surgía el proyecto Ushahidi-Haiti para rastrear comentarios en internet y localizarlos en un mapa de crisis. En menos de dos semanas, hasta 2.500 incidencias fueron reportadas e incluidas en esta aplicación creada por un grupo de voluntarios de la Tufts University de Estados Unidos. De hecho, la información allí recogida fue de tal valor, que los marines americanos solicitaron los datos para poder hacer llegar su ayuda allí donde más se necesitaba.

EEUU, 2011: activando los mecanismos de ayuda

Sin duda, las redes sociales dan lugar a un mundo mucho más conectado cuyos lazos de unión han tendido a reforzarse en momentos de crisis. Un ejemplo claro de esto fue la primavera de 2011, cuando más de 1.600 tornados barrieron Estados Unidos. Entonces, los medios sociales no sólo fueron la principal fuente de información, sino que se convirtieron en un soporte fundamental para ofrecer y buscar ayuda: la página de Facebook Joplin, Mo. Tornado Recovery ganó 123.000 fans los días posteriores al tornado y fue la principal herramienta desde la que se movilizó el apoyo a los damnificados; Tuscaloosa Forward, una página web donde los residentes de la zona podían aportar ideas para la reconstrucción, recibió -en menos de seis semanas- más de 4.000 visitas y 300 ideas; y el post que un colegio publicó solicitando voluntarios para labores de limpieza hizo que más de 80 personas se presentasen en el lugar en la siguiente media hora.

NY, 2012: el fenómeno de la #hurricaneparty

Aunque se le llamó Sandy y recuerde a la dulce protagonista del musical Grease, este huracán que azotó en octubre de 2012 la costa Este de Estados Unidos fue uno de los más devastadores que había padecido el país hasta la fecha: hasta ocho estados declararon el estado de emergencia, incluido Nueva York. El paso de la tormenta trajo consigo fuertes vientos y destrozos, pero también una intensa lluvia de comentarios en las redes sociales. Y, por primera vez, la estrella fue Instagram con, nada más y nada menos, que 10 imágenes publicadas por segundo, según un estudio de la Universidad de Maryland. Muchas de ellas estaban relacionadas con lo que se conoce como #hurricaneparty que, por cierto y para los más curiosos, consta de una entrada explicativa en Wikipedia. Y es que… si vas a tener que permanecer encerrado en casa por el paso de una tormenta, ¡haz una fiesta con los colegas y comparte las imágenes más vergonzosas en las redes sociales! Bajo esa premisa, más de 11.000 fotografías fueron colgadas y etiquetadas con este hashtag.

¿Una oportunidad o un arma de doble filo?

Hoy en día, la aparición de las redes sociales ha cambiado por completo la forma en la que la comunicación fluye en momentos de crisis, planteando nuevos desafíos y obstáculos. Uno de ellos es el control de la información. Los medios sociales aportan al ciudadano anónimo un poder de información que, en situaciones de emergencia o catástrofes, puede entrañar importantes riesgos. Un ejemplo de ello se dio el pasado año en Boston, durante la operación policial para arrestar a uno de los autores del atentado en la maratón, cuando algunos vecinos de la zona publicaron en Twitter imágenes de los francotiradores en las azoteas, revelando así accidentalmente la posición de los agentes. O, ya en España, el reciente caso del tuit de @112canarias que confirmaba la caída al mar de un avión y que, tras el pánico desatado, tuvieron que desmentir al comprobar que habían confundido un barco remolcador con un avión.

Lo que no plantea ninguna duda es que, más allá de las posibilidades de información, la conectividad generada gracias a las redes sociales, las aplicaciones móviles y los teléfonos inteligentes está favoreciendo el desarrollo de una tecnología específica que promete salvar muchos obstáculos en la gestión y resolución de crisis. Así, aplicaciones que localizan puntos de evacuación en desastres, elaboran planes de emergencia conjuntos para varios usuarios y actualizan automáticamente el estado, localización y contacto de éstos, son ya una realidad. El próximo paso parece estar en el desarrollo de proyectos con tecnologías más avanzadas, como las Google Glass. ¿Te imaginas que sean capaces también de salvar vidas? Nosotras, sí.