Redes para el cambio: de la nube TIC al barro

José Luis Rodríguez

18 octubre 2010

La idea de una sociedad más dinámica, más próspera y más justa ha sido siempre el pilar ético sobre el que se han asentado y justificado revoluciones como la que hoy se está desarrollando en el marco de las nuevas tecnologías.

Estos días, sin embargo, el discurso que a pie de calle y a golpe de tuit parece acompañar mayoritariamente a cada nuevo invento, a cada nuevo avance producido en el seno de dicha revolución, es el de quienes se muestran más deslumbrados por la innovación en sí misma que por sus verdaderas aplicaciones humanas.

Esa concepción lúdica del progreso, aunque relativamente necesaria, suele obviar que fuera de nuestro hogar digital y de nuestra tecnificada oficina de Hong Kong o de Nueva York las transformaciones sociales no se miden, por el momento, en número de blogs, dispositivos móviles o aplicaciones electrónicas disponibles.

Tal visión confunde, a veces, el consumo masivo de productos tecnológicos -incluso en los lugares más pobres y recónditos del planeta- con la mejora real de las condiciones de vida de sus usuarios; o, peor aún, se olvida con cierta frecuencia de que también en las redes más populares y colaborativas de Internet la mejor de las conversaciones resultará estéril en términos globales si no acaba propiciando cambios tangibles y positivos.

Esa es, de hecho, una de las barreras a las que se enfrenta el fomento de la Sociedad de la Información en España y, en general, en todo el mundo: la debilidad de los temas sobre desarrollo en la agenda colectiva y la ausencia o invisibilidad de las aplicaciones tecnológicas adaptadas a contextos sociales específicos, problemas humanos concretos y personas totalmente comunes.

Uno de esos escenarios sensibles, del que ya hablaremos en un próximo artículo es, sin duda, el medio rural español. La vertiginosa caída y envejecimiento de su población, el deterioro de sus actividades tradicionales o la falta de inversiones en innovación dentro de este entorno son un buen reto a partir del cual medir los avances de las TIC dentro de nuestras fronteras.

En apariencia, resulta sencillo destacar el potencial de Internet para el aumento de la competitividad económica, el fortalecimiento de la participación democrática y el incremento de la calidad de vida. Y, no obstante, ¿cuántos son realmente capaces de identificar una sola aplicación tecnológica, accesible y sencilla que, más allá del ocio, facilite la vida o el trabajo en nuestros pueblos, por ejemplo?

Internet aplicado al desarrollo rural. TurismoDicho de otra forma, ¿sabemos qué puede hacer un agricultor con un teléfono inteligente? ¿Y el gestor de una cooperativa de vinos con un Tablet PC? ¿Qué aplicaciones, sin apenas coste o formación especial, permitirían hacer más atractiva la vida en una localidad de menos de 1.000 habitantes y favorecer, así, la «deslocalización digital» de empresas y trabajadores, de la metrópoli al campo?

En definitiva, lo que hoy señalan las administraciones y organismos responsables de analizar los indicadores de desarrollo humano es que pese al despliegue espectacular de infraestructuras tecnológicas, como la banda ancha o la telefonía de tercera generación, el uso que de ellas se realiza para propiciar el salto de paradigma productivo y social es todavía insuficiente.

Y lo es porque, como destacan los expertos, se hace necesaria la divulgación de experiencias reales y usos ejemplarizantes de estas mismas tecnologías que motiven a los ciudadanos a incorporarlas a sus hábitos comunes y a sus actividades profesionales, especialmente en zonas no urbanas.

Ese es el papel de «evangelización» que, algo más distantes de la nube y más apegadas al barro, están llamadas a jugar también las redes sociales de nuestro país como agentes privilegiadas del cambio.

Renunciar a esa tarea de transformación social sería anular su propio “potencial provocador”, como advertía André Bretón respecto del arte y los “placeres del consumo”. Sería, básicamente, como negar de un plumazo los principios y manifiestos que siempre inspiraron al social media.

Imágenes del autor del post