
¿Qué hacemos con los no conectados?
13 julio 2011
Hoy he hablado por Skype con mi familia. Mi madre hablaba gritando y mi padre le decía que no gritara, que se oía perfectamente. Mi madre y mi padre no usan jamás el ordenador. Mi madre tiene teléfono casi por obligación, siempre en el bolso, y el bolso lejos del mostrador de su pastelería, donde pasa las 8 horas laborales.
¿Sabéis qué? Hay mucha gente que no usa móvil, ni smartphone, ni ordenadores, y que -¡atención!- no tienen ningún perfil abierto en Facebook y/o Twitter. ¡Sí! Existen. Y resulta que están más cerca de nosotros de lo que imaginamos. No sólo son abuelos nuestros, también son tíos, padres e incluso amigos que no se han visto seducidos ni por las redes sociales, ni por las maravillas del smartphone, ni por nada de nada. Y no cometamos el error de pensar que la gente no conectada son personas alejadas del capitalismo que viven de sus propias hortalizas en una casita en la montaña, son personas con capacidad adquisitiva considerable y consumistas como los que más.
¿Verdad a que a vuestro alrededor hay más gente no conectada de la que parecía a simple vista? Sólo el 44,4% de la población española de 16 a 74 años, es decir, 15,4 millones de personas, utiliza Internet diariamente, según el ONTSI. ¿Qué hacen las marcas con esta gente? Porque este gente, igual que la conectada, ya es prácticamente inmune a la comunicación comercial convencional. Es como que están en tierra de nadie. Como la mayoría de la población, tienen un escudo que les defiende de los spots que interrumpen la peli, las cuñas que con sus gritos indigestan el primer café de la mañana, etc.
Y además, no tienen ningún interés por el universo 2.0, que permite a las marcas crear ideas de comunicación de beneficio mutuo. La existencia de este grupo de desconectados nos tiene que enseñar algo que en estos últimos meses venimos reflexionando por los rincones de Territorio creativo y que apuntaba Carlos Jimeno en su último post: hoy en día las ideas pueden/deben empezar en el mundo online y acabar en el offline, y viceversa.
Y es que no se nos tiene que olvidar que el principal cambio en la comunicación, en el que las redes sociales y las nuevas tecnologías tienen una importancia muy importante, es que el consumidor ha cogido el mando. Y por supuesto, hay consumidores conectados, con su smartphone, su dosis diaria de Facebook, Twitter y ahora Google+, pero también otros que no lo están, ni tampoco tienen intención. Con o sin redes sociales, el consumidor lleva la batuta y ya no aguanta la comunicación convencional, unidireccional e invasiva. Si no habla mal o bien en las redes sociales, lo hará en el partidito de tenis de los sábados, en la partida de mus en el bar, en el ascensor, en la paella del domingo y en un montón más de situaciones con «me gusta» y «retweets» offline.
Es como si ahora con las redes sociales nos hubiésemos dado cuenta de que los consumidores hablan (mal o bien) de las marcas. Pues no, llevan haciéndolo desde siempre. Ahora, gracias a las redes sociales, es más fácil monitorizar esas críticas, pero no hay que olvidar que hay gente no conectada que habla de nuestra marca.
¿No nos importa esa gente? ¿Sólo nos importa la gente que habla en redes sociales? Si es así, creo que cometemos un gran error. Mimemos a los conectados y a los no conectados. ¿Cómo? Con ideas que puedan llegar tanto a mi madre como a mí. Con planes entretenidos disfrutables, tanto en el mundo online como en el offline.
Aquí van algunos ejemplos recogidos en TcLab:

