
La revolución paralela: habitar la Red
21 febrero 2012
Internet y las redes sociales transforman día a día nuestro mundo: unas veces expandiéndolo y acelerándolo; otras, haciéndolo más cercano. En este sentido, hay una creencia generalizada de que las grandes revoluciones se gestan en plataformas como Twitter o Facebook. Pero, ¿somos los ciudadanos los verdaderos actores del proceso? ¿Habitamos la Web 2.0 o somos, simplemente, sus invitados? Probablemente sea en lugares como Lorea y N-1 donde se esté produciendo el cambio real.
En una metáfora botánica, «para que una planta crezca fuerte y frondosa es necesario esparcir sus semillas de forma uniforme por todo el terreno del que disponemos y regarlas de forma habitual». Y ese es, precisamente, el concepto del que surge Lorea (flor en vasco), un vivero de comunidades digitales libre y gratuito nacido en España. Su semilla más prometedora, la red social N-1, cuenta ya con más de 37.000 habitantes. La terminología no es algo casual. Esta plataforma escogió precisamente habitantes por la connotación activa que la palabra lleva implícita y descartaron el uso de otros, como usuarios o miembros.
Agitación, movilización, revolución, participación, autogestión, asamblea directa cualquiera de estos conceptos podría dar vida a la iniciativa, surgida hace ahora tres años en nuestro país bajo el influjo de la filosofía hacker, el software libre y los movimientos digitales de base ciudadana.
Marta, una de esas ciberactivistas que hacen posible que las simientes de Lorea crezcan y se expandan, explica la necesidad de que Internet sea un espacio de diálogo libre, gratuito y, sobre todo, público, a semejanza de las plazas y calles de nuestra ciudad. «Somos personas que habitamos conscientemente un espacio en Internet, un espacio de encuentro. Nosotros no somos una empresa de servicios sino que somos gente que, sobre todo, participa en colectivos sociales o que tiene intención de transformación social, nos asegura.
Organización y participantes
Por eso, Lorea no es una red de redes más. No aspira a crear una única y exclusiva comunidad global. Pese a su ideario federal, que comparte con otras comunidades alternativas como Diaspora, StatusNet o Crabgrass entre otras, las claves de su crecimiento son los participantes individuales y la privacidad.
Sus integrantes pueden trabajar en múltiples propuestas de forma segura, autónoma y libre. Sostienen que la colaboración no necesita de nombres, ni de datos personales; que la creatividad espontánea, la libre circulación de información se protege mejor con nicks. Por ello, por una red segura, la plataforma no almacena ningún dato. Tan sólo se precisa de una dirección email para acceder y, en ningún caso, se insta a los participantes a dejar constancia de su verdadero nombre.
Estos puntos constituyen, así, toda una declaración de intenciones dentro de un movimiento más ligado al ideario libertario que al marketing de la persona que han popularizado Zuckerberg, Dorsey o Hoffman, entre otros.
«No rechazamos que la gente use las redes sociales comerciales«, matiza Marta, «simplemente decimos que es absurdo creer en un cambio de modelo económico mientras se dé dinero a estas personas», en referencia a los inversores principales de Twitter, Facebook o Tuenti, desde Goldman Sachs a Telefónica.
Cambios de modelos
Bajo este prisma, son las personas quienes hacen posible el cambio. Un cambio hacia un modelo social, político y económico más responsable y justo.
Puede que, en efecto, Internet no produzca movilizaciones. Que la revolución no sea nunca tuiteada. Que, como en tantas otras herramientas humanas, tras el rostro amable y simpático de esa Web se escondan otras caras más oscuras y temibles. Pero, como nos recuerda Manuel Castells:
Cuando se desencadena el poder internauta es difícil contenerlo».
Quizá por eso, precisamente, la verdadera revolución dentro de esta revolución digital sea garantizar una participación libre, honesta y responsable; proporcionar las herramientas técnicas necesarias para facilitar la aparición de redes activas, interconectadas y enfocadas al cambio social, de abajo hacia arriba o como dicen en Lorea, «que las personas aprendamos a habitar la Red.
Imagen mosaico compuesto por las imágenes de Jordi Cornet, Henrique PF, Doki hawk, Sergio Rus, Furlin y THERKD en Flickr

