
Instagram: más fotógrafos, más activos
25 enero 2011
¿Qué te mueve a fotografiar?: ¿guardar un recuerdo? ¿compartir tu visión? ¿justificar la compra de la cámara de moda? ¿obtener el reconocimiento de los demás?
Nunca hay una respuesta única a una pregunta así. Es la mezcla de varias lo que a cada uno de nosotros nos impulsa a seguir fotografiando. Lo cierto es que la fotografía que conocimos (el que la conoció) basada en la película de haluros de plata es historia: fotos caras de tomar, complicadas de revelar y prácticamente imposibles de compartir la mayor parte de las veces más allá de nuestro entorno familiar, salvo que fueses un profesional del ramo. Tras la llegada de la fotografía digital y la adopción de internet por cada vez más gente, nunca más la categoría de «fotógrafo» vendrá marcada por el conocimiento exhaustivo de una técnica, farragosa y complicada. Hoy en día un fotógrafo es cualquiera capaz de contar una historia en imágenes que atraiga la atención y la barrera de entrada ya no está condicionada por la técnica ni las herramientas.
Y en medio de esta incontestable revolución, que ha cambiado muchas de las reglas del juego de la industria audiovisual durante este tiempo, tras unos años de conocer herramientas que permitían compartir nuestras fotos e imágenes dos chavales crean Instagram y vuelven a revolucionar el concepto de hacer y compartir fotografías, cuando todo parecía inventado.
¿Cuáles son las claves de Instagram?
Si tengo que contestar a esta pregunta basándome en mi percepción y uso del invento, puedo ser terriblemente concreto: me ha devuelto la ilusión por compartir mis fotografías y disfrutar con las que otros publican. Llevo años con un blog de fotografía, Enfocando, que cuenta con una buena base de lectores, con una cuenta en Flickr y un número extenso de contactos. Sin embargo una gran parte de las personas que pasan por el blog son aficionados a la fotografía en el sentido más «maquinista» del término: demandan explicación de la técnica, datos de la toma, objetivo y cámara utilizada… en general aficionados convencidos de que ésta o aquella cámara y objetivo les permitirá tomar mejores fotos, antes que indagar en cómo desarrollar su estilo y compartir su visión, lo que realmente hace que una foto sea excepcional.
Y de golpe Instagram cambia el tablero de juego: lo fácil es compartir la foto, lo complicado es ponerse a escribir interminables parrafadas sobre técnica, etc. Lo intuitivo es seguir a aquellas personas cuyas fotos te gustan, lo complicado es indagar en su perfil y ver qué cámara o que objetivo usan. Lo fácil es tomar la foto y aplicar cualquiera de los ajustes predefinidos pero muy eficaces, lo complicado es llevarte la foto a Photoshop y pasarte una tarde decidiendo como aplicar un efecto… en pocas palabras, lo fácil es compartir sobre la marcha y lo difícil es todo aquello que suponía que nuestras fotos se quedasen almacenadas en los discos duros durmiendo el sueño de los justos.
La mezcla de facilidad en el uso de la aplicación, lo extendido de la plataforma de partida, iPhone y el irrefrenable afán de contar a los demás lo que vemos y vivimos, están haciendo de Instagram un caso de estudio, por el elevado número de usuarios en tan corto espacio de tiempo.
Y ahora que todo es tan fácil, queda lo difícil: ¿qué historias tienes para contar? Adelante, las estamos esperando 😉
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