
Impresoras 3D: China en tu mesa o de nuevo otro meteorito que lo pone todo patas arriba
10 septiembre 2013
Cuando a mediados del siglo XV Gutenberg apostó que sería capaz de copiar varias Biblias en la mitad de tiempo que el monje copista más rápido del mundo y sin diferenciarse de la original estaba haciendo tres cosas: una, mejorar un proceso productivo; dos, facilitar el acceso de la cultura a quien no podía pagar el coste de un libro; y por último – y no por ello menos importante -, tres, eliminar de un plumazo el monopolio de los monasterios en la industria de producción de libros.
En el mundo empresarial, esta misma historia se repite continuamente. Hay un modelo empresarial con cierto statu quo, donde existen barreras de entrada (normalmente el nivel de inversión requerido) que impiden la entrada de competidores y esto permite sostener unos márgenes determinados. Entonces una tecnología disruptiva entra en juego y pone todo patas arriba. Se cambian las reglas de juego. El producto, los mercados, los procesos y – sobre todo – la percepción que el cliente tiene sobre el valor que le aporta toda la «parafernalia» de dichas industrias. El resultado es inmediato y directo. Baja el valor percibido, baja el precio. No falla.
Y quien se adapta, como diría Darwin, sobrevive. Y quien opta por quedarse en el modelo anterior al menos debería saber que el meteorito ya ha caído.
Hace unos años, la fotografía digital acabó con el modelo tradicional de empresas como Kodak (me alegro de que hace una semana Kodak oficialmente saliera de la quiebra, re-enfocando su negocio). Curiosamente, aunque al principio la calidad digital no era la misma que la analógica, la gente prefería visualizarlas al instante, compartirlas, enviarlas a sus amigos, imprimir sólo las que les gustaba…
También llegó la digitalización de la música (CD’s, mp3) y las redes peer-to-peer pusieron en jaque a la industria… sobre todo a la distribución. Algunos llegaron a decir que esto acabaría con la música. ¿Quién no tiene CD’s en casa que sólo una canción merecía la pena…? Eso sí acababa con la música, la buena música. Hoy modelos como itunes o spotify nos vienen a decir que la música seguirá viva, cada vez de mayor calidad y los creadores (los que de verdad aportan valor, por el cual estamos dispuesto a pagar) son y serán justamente retribuidos.
También le llegó su San Martín a los libros y su sector. El margen que un autor se lleva sobre el precio del libro es un 10%. ¿De verdad como lector estoy dispuesto a pagar el 90% del precio por lo que aporta la editorial, la distribuidora y el punto de venta? Cuando además lo puedo tener a un click de distancia si soy capaz de ignorar mis prejuicios morales. La buena noticia es que las distribuidoras de libros se están dando cuenta de que ya no pueden vender un libro como un objeto unitario, sino que son un servicio de proporcionar contenidos. Iniciativas españolas tales como 24symbols, de reciente visita a uno de nuestros #TcDesayunos ponen de manifiesto que hay otro modelo y ese modelo funciona, es sostenible y aboga por mejorar la calidad de lo que se escribe ya que se retribuye por página leída del usuario, no por libro. El dinero que me hubiera ahorrado en libros ilegibles (nunca pude acabarme de leer el «El péndulo de Foucault»).
Pues ahora llega otra revolución: las impresoras 3D y el teletransporte. ¿Y si pudiéramos tener a China en nuestro escritorio, sin costes de fabricación y sin costes de transporte? Esto, y mucho más, es lo permiten las impresoras 3D.
Estoy en el espacio, necesito una herramienta… la imprimo:
¿Y si se me rompe el interruptor de la ventana de mi Ford? Entro en el mayor banco de piezas 3D gratuito, me bajo una copia de la pieza y me la imprimo.
Pero estas impresoras serán muy caras, ¿no? Iniciativas como Reprap o la española Proyecto Clone Wars permiten «imprimirte» y clonarte tu propia impresora a un coste muy reducido. Basadas en tecnología Arduino y con software libre en sitios como Cooking-Hacks ya están a disposición en kit por unos 600 euros. Y al público masivo, ya hasta en el FNAC las tienes.
Empieza además a haber empresarios que están montando las primeras tiendas físicas de impresión 3D y escaneado 3D, donde a modo de los Workcenter uno podrá acercarse a imprimirse lo que quiera.
¿Y el coste del material? El plástico ABS (Acrilonitrilo Butadieno Estireno) será caro…
Barato no es, pero tampoco es algo descabellado. Podemos encontrarlo por unos 20 – 30 euros un kilo de ABM. Sin embargo, como el ingenio no para y ahora el «crear» máquinas es accesible a millones de personas, iniciativas como Filabot, RecycleBot o Filastruder permitirán obtener material para nutrir las Impresoras 3D con residuos domésticos cuidando el medio ambiente y reduciendo enormemente el coste del material de impresión.
¿Y es fácil para cualquiera diseñar una pieza?
Aunque el fichero que contiene la información para la impresión del objeto suele ser de AutoCad, ya hay software de diseño, libre y gratuito que permite con clicks and drags (tipo Google SketchUp) sin ser un ingeniero industrial hacerte tus propias piezas.
Y esto, ¿en qué sectores puede afectar? De manera directa e inmediata:
- Sector industrial de fabricación de piezas, matrices, moldes…
- Sector juguetes
- Recambios de piezas de automóviles, recambios de electrodomésticos, mobiliario
- Transporte y distribución de mercancías
- …
Pero esto no para. Y cada día salen nuevas aplicaciones a las impresoras 3D, algunas preocupantes (ej: Impresión de armas), otras realmente esperanzadoras (Impresión con células madres para la creación de órganos como riñones o cartílago), otras que permiten personalizar al máximo el producto, hasta tu propio café, tu postre, diseñar tus joyas o tus propios bikinis perfectamente ajustados a tu talla.
Y en breve tendremos hasta la posibilidad de imprimir «carne» o cualquier otro tipo de alimento proteico, y en cualquier sitio… en el espacio, en zonas de pobreza o conflictivas donde el transporte es complicado y lo que contribuirá sin duda alguna a hacer este mundo un sitio mucho mejor.
Así que, ante esta revolución que va a cambiar el mundo, nos quedan tres opciones:
- Seguir los avances, estar abierto al cambio y a explorar cómo esta tecnología puede ayudarnos en nuestro negocio.
- Seguir silbando y disimulando que esto a nosotros no nos va a afectar. En ese caso, como dijo un gran filósofo de Tc Alejandro Di Trolio: » Si piensas, trabajas y actúas como los demás, no te quejes si en 5 años te pasa como a los demás».
- Especialización en lo artesano, lo hecho a mano algo que cada vez más va a valorar el cliente.

