
En casa del herrero, cuchillo de palo 2.0
22 enero 2014
No nos gusta mucho nuestro Twitter. Eso es así. Si nos sigues, gracias. Tienes mérito. Seguramente lo haces porque nos conoces. Probablemente lo hagas porque eres lector de este blog, porque te gusta el mundo del marketing online, del social business o, simplemente, porque en algún momento has simpatizado con la marca. Y casi seguro que es porque lo que hacemos te ha aportado algo. Así que, una vez más, gracias.
Que tampoco es que sea una cuenta de Twitter horrible, eh; no exageremos. Pero que, ciertamente, podríamos hacerlo mucho mejor. Vamos a hacerlo mucho mejor.
Hasta ahora, nuestro @tcreativo se ha centrado en ser una fuente de información que creemos interesante. Lo usamos para difundir los posts que vamos publicando por aquí y todos aquellos enlaces interesantes que descubrimos y que creemos que pueden ser relevantes para nuestra audiencia. También nos sirve para retransmitir algunos de nuestros eventos, como los #TcDesayunos, los #TcTalks…
Pero, sinceramente, no es suficiente. Le falta algo. Va, lo voy a decir: no tiene alma.
En Territorio creativo estamos obsesionados con nuestros clientes. Bueno, quizá también es exagerado (vaya día de hipérboles…). Con quien verdaderamente estamos obsesionados es con las personas. El azar (o la teoría de la Evolución) hace que nuestros clientes sean personas y, eso, a nuestro equipo (casualmente también formado por miembros de la raza humana) le genera un nivel de responsabilidad tal que provoca que dediquemos todos nuestros esfuerzos y recursos en pos de que consigamos realizar un trabajo excelente con aquellos que contratan nuestros servicios.
El caso es que, entre unas cosas y otras, nos hemos olvidado de tener una cuenta de Twitter como la que nos gusta. Como las que vendemos a nuestros clientes. Como la que contamos cuando damos ponencias, conferencias o cursos. Necesitamos Conversar más contigo. Con mayúsculas. Retomar ese concepto de La Conversación que fue tan fundamental en los principios fundamentales de Territorio creativo.
Tenemos que escuchar más. Y que responder más. Los mensajes unidireccionales se quedan en eso: mensajes. Se convierten en uno más de cientos de miles de millones que hay a cada instante. Sin embargo, somos conscientes de que las conversaciones son las que aportan valor.
De eso ha tratado siempre este blog y de eso se ha nutrido hasta hoy la marca Tc. De iniciar conversaciones (o de sumarse a ellas) en base a contenidos relevantes para ciertas personas: los apasionados del marketing. Con más o menos acierto. Con más o menos frecuencia. Pero con una clara apuesta por la interacción. Por el conocimiento.
Nuestra cuenta de Twitter ha de ser mucho más representativa de lo que es nuestra empresa. Y de lo que son nuestros valores. Nuestra visión. Nuestra cultura de empresa. En nuestro día a día pasan muchas cosas que demuestran nuestro ADN y, sin embargo, se nos olvida contarlas.
Es como ese individuo al que conoces antes virtualmente que en persona. En base a su reputación digital, a su forma de actuar, a sus conversaciones, a su manera de interactuar, te creas una percepción sobre su personalidad. Luego, terminas conociéndole. Y pueden pasar dos cosas: que sea tal cual como aparentaba o que sea alguien completamente distinto.
En el primer caso, piensas: qué bien. Qué majo. Qué honesto. Es tal cual me lo imaginaba.
En el segundo, lo que te viene a la mente es: qué fuerte. No tiene nada que ver con lo que aparenta. Y da igual que la sorpresa sea para bien o para mal. En todo caso, te perturba. Sea como sea, esa persona ha cometido un error de base. Consciente o inconscientemente, no ha comunicado bien; no está creando correctamente su marca personal.
Si ahora que ya le conoces piensas que es una persona mucho más interesante que antes, su fallo ha sido no saber venderse de la forma adecuada.
Si, por el contrario, ahora piensas que no es para tanto seguramente ha intentado crear un personaje no acorde a la realidad. Y, hoy en día, las falsas expectativas son, a la larga, el comienzo de una traumática ruptura.
Con las marcas ocurre lo mismo. Si no enseñas lo que eres (para bien o para mal), tarde o temprano terminas decepcionando. Y la decepción corporativa no mola. Nada.
Pero de todo se aprende; especialmente de los errores. Y en eso estamos. Aún a tiempo de intentar hacer algo que nos guste más. Que nos divierta más. Le vamos a poner más ganas y, sobre todo, más cariño. Ay, el cariño.
Ya nos contarás qué te parece.
Imagen original de Mo Riza

