
El reto de Atrápalo: sólo 365 palabras para resumir un año
25 noviembre 2008

La gente de Atrápalo han tenido una buena idea y una mala: la buena idea ha sido volver a convocar su concurso «1 año en 1 post» que tan buen resultado tuvo en su primera edición. Este año mejorada en varios apartados: el ránking dinámico de blogs, que te permite saber como van las votaciones y sobre todo en lo que más importa si vas a participar en el concurso, los premios. En concreto:
- mejor post: un viaje a Nueva York, que incluye además un curso online de la escuela de escritores
- mejor blog: un eBook reader
Además constituye un acicate para que si estabas decidiendo arrancar tu blog o no, lo pongas en marcha: en su página web tienes un minitutorial para crear el tuyo propio sin dolor y con el mínimo esfuerzo, para que puedas concentrarte en la redacción de post ganador.
¿Y la mala idea? invitarme a mí a participar como miembro del jurado, con diferencia el más procastinador de todos los miembros y como quedará demostrado cuando Silvia Carreño la responsable del concurso actualice las aportaciones del jurado, el último en reseñar y actualizar su contribución. Y además será redundante, porque ya tenían un «Polo» entre ellos 😉
Pero es que no se puede estar al tiempo en la procesión y repicando las campanas… ¿o sí? Sobre este tema os dejo mi contribución en unas estrictas 365 palabras:
Si algo nos ha quedado claro del año 2008 a punto de ser despedido, es la constatación de que la web 2.0, aparte de una etiqueta más sobada que la de una prenda en tiempo de rebajas, es el formato de internet más exigente que hemos conocido hasta la fecha. Una web basada en la facilidad para compartir contenido entre los usuarios, contenido propio en una gran medida, donde los que se deciden a participar activamente tardan poco en ser conscientes del nivel de esfuerzo que supone participar en ella.
De una web en la que «alguien» sin determinar nos suministraba los contenidos con mayor o mejor fortuna, de una web que nos tenía en condición de lectores pasivos de la ideas de otros, hemos pasado a un formato en el que los contenidos podemos crearlos nosotros, como antes nadie lo hubiese podido imaginar. Y no sólo crearlos si no también comentarlos y dejar abiertamente nuestras opiniones.
Hasta el punto de que el éxito, en principio social y por determinar si también empresarial, lo tienen iniciativas que responden a lo que yo llamo «la caja vacía»: una aplicación que nace falta de contenido y como única razón de ser que el mismo sea aportado por los usuarios. Tan alejado de lo conocido que no deja de sorprendernos. Imaginemos por un momento que hubiésemos asistido al nacimiento de una cadena de televisión comercial, cuyo lema fuese: «el sitio para que puedas subir tus vídeos» y eso fuese motivo suficiente para que la cadena existiese.
Pero como el tiempo pasa en internet muy deprisa, modelos como los de You Tube, Flickr o similares, nos empiezan a parecer lo más natural del mundo. Y somos las personas individuales y nuestras ganas de compartir las que lo hacen posible.
El «pero» a este modelo será el tiempo, el tiempo disponible para poder contribuir con nuestros contenidos. Ese tiempo dictará la calidad y cantidad de los materiales a compartir, pero sobre todo hará que nos planteemos cuanto de razón le queda al dicho de que no se puede ser sujeto de procesión y activo repicador de campanas a la par. En estos días digitales, se puede, vaya si se puede.

