
El resurgir del ‘Do It Yourself’
23 noviembre 2012
En tiempos difíciles, hoy más que nunca, necesitamos tener una vía de escape, una distracción: un hobby. Tienes una afición, tienes talento para ella y tienes la tecnología o recursos necesarios a tu alcance, ¿por qué no construyes algo grande? ¡Tú puedes hacerlo!
Estamos hablando, por ejemplo, de bricolaje. Esa afición de tarde de domingo, en la que Ikea ha basado su modelo de negocio, y que ha conseguido que todos, aficionados y detractores del bricolaje, dediquemos nuestro tiempo libre (o forzoso) al montaje de los muebles de casa. Así, pieza a pieza (llave allen en mano), vamos amueblando, con más o menos destreza, nuestras casas. Y cuando encuentras ese tornillo que te faltaba, cuando consigues que el cajón (¡por fin!) cierre, te sientes capaz de cualquier cosa. ¡Lo has hecho tú!
¿Qué podemos hacer nosotros mismos, qué podemos construir o crear? Ikea nos da las piezas de los muebles, y nos dice: hazlo tú. Y menos mal que no fabrica coches… porque otro gallo cantaría 😉
Hágalo usted mismo
El término Do It Yourself lo acuñó Chris Anderson en 2010, en su artículo In the next industrial revolution, atoms are the new bits, publicado en la revista Wired, en el que defiende lo que denomina Hardware abierto: la posibilidad de estudiar, copiar y reproducir libremente piezas industriales. Anderson defiende que la nueva revolución industrial comienza con el click del ratón, y cita casos como la fabricación del Rally Fighter de Local Motors, el primer automóvil de competición open source desarrollado a través del crowdsourcing. Anderson creó tiempo después la web DIYdrones.com, una comunidad online en la que cientos de personas cooperan para crear helicópteros de todo tipo.
Pero DIY no está estrictamente ligado al desarrollo tecnológico: Anderson y sus hijas, por ejemplo, utilizaron una impresora 3D para imprimir los diseños de los muebles que querían en su casita de muñecas. Y otros usuarios están desarrollando productos de jardinería, decoración, cocina, libros… Sitios web como Etsy sirven de escaparate a estos productos DIY.
Pero coser, hacerse una bufanda de lana, decorar tus propias piezas de cerámica, etc., no es nada nuevo, aunque antes no se le llamaba DIY. El conocimiento se pasaba de padres a hijos, por ejemplo, para tejer una bufanda y ahora te apuntas a un curso o ves cómo se hace en Youtube. Puedes disfrutar de máquinas de coser en un establecimiento; repararte el coche, si alquilas un taller con las herramientas incluidas… Gracias a las evoluciones tecnológicas y los emprendedores ahora podemos hacer más cosas por nosotros mismos.
Pero no debemos dejar de lado la contribución colectiva que hay detrás de cualquier actividad relacionada con el DIY. Por ejemplo, el código abierto en software, con logros como Linux, ha potenciado la cocreación que está llegando al hardware con proyectos de hardware libre como Arduino y a los objetos físicos de la mano de las impresoras 3D, de las que ya se habló en este blog. El altruismo de los que crean y comparten sus conocimientos para que sus proyectos lleguen mucho más lejos es y ha sido también uno uno de los pilares de los avances científicos.
En un mundo en el que multinacionales como Apple, Microsoft, Google, están en plena guerra mundial de patentes parece que se abre algún resquicio para otra forma de entender la innovación salga adelante. ¿Estamos preparados? Es posible que necesitemos un tiempo para que acostumbrarnos a que las tendencias las marquen los innovadores, personas o empresas, y no las multinacionales que, desde una posición dominante, esperan a que el ciclo de vida de sus productos se agote para sacar al mercado su evolución.
¿El hágalo usted mismo tiene sentido para las empresas? La satisfacción y la innovación que se puede aplicar al hacerlo tú mismo ¿puede mejorar la autoestima de la empresa y su futuro? Lo que parece claro es que el I+D va ligado al DIY.
Imagen vía The PIX-JOCKEY’s FAKE SHOW by Roberto Rizzato en Flickr

