El gancho del patriotismo

GoodRebels

7 junio 2010

Como ciudadano de un país que lleva bastante tiempo fuera de una guerra declarada, me cuesta trabajo imaginar el sentimiento reinante entre los habitantes de EE.UU. hacia su Ejército, que lleva casi diez años embarcado en dos guerras terribles. No obstante, me ha llamado la atención la última campaña de la compañía aérea American Airlines (AA), que ha recogido un momento bastante habitual en los últimos años en los aeropuertos de EE.UU. relacionado con sus tropas.

Dejando de lado el debate ideológico, partidarios y detractores de cualquier guerra suelen coincidir en que los últimos responsables de estas son los soldados. De modo que un mensaje centrado en nuestros padres, hermanos, maridos y amigos desactiva cualquier polémica penetrando en una zona altamente emocional. La relativa familiaridad con la situación presentada capta rápidamente la atención de los espectadores; y la música tierna, la soldado intimidada por su propio uniforme en medio de un mar de civiles y la reacción afectuosa de los pasajeros abren la ventana al recuerdo del mensaje.

El millón de militares, cada uno con familia y amigos, que compone el Ejército norteamericano supone un grupo con cierta influencia sobre la opinión pública. AA lo ha tenido en cuenta extendiendo la campaña a su propia fundación para el apoyo de soldados y veteranos y al firmar acuerdos de cooperación con asociaciones de “apoyo a las tropas“?, como USO, contribuyendo al viaje de artistas y voluntarios que quieran apoyar en la práctica y emocionalmente a los soldados.

Anunciar por megafonía que “el embarque prioritario para personal militar está listo“? es, además, una buena forma de mejorar la imagen de la compañía a diario en un lugar, los aeropuertos, que parece milagrosamente poco tocado por el combate publicitario que inunda el resto de nuestro mundo.

El mensaje de apoyo a las tropas se ha vuelto corriente en los últimos años y AA no ha sido la primera, ni será la última, en utilizar este mensaje.Toca una fibra sensible en la sociedad norteamericana, curtida en todo tipo de conflictos militares, y es bien visto por lo general. La única cautela que pienso ha de tenerse en cuenta al emplear este mensaje es la frecuencia de exposición del receptor a la campaña.

No sólo la presencia del mensaje, por su naturaleza emocional, requiere moderación para no saturar y perder efectividad. Sino que, una vez desactivado el elemento emocional, el receptor es capaz de plantearse que la razón más habitual por la que una compañía requiere su atención es para venderle un producto. Y esto, claro, no es bueno. Y, menos aún, en un país en guerra, con un millón familias militares y con una sociedad dotada de Social Media…

Vía | AdFreak