El contenido sigue siendo el rey

GoodRebels

21 diciembre 2010

Si hay algo claro y en los que mayoría de expertos coinciden, es en señalar que casi cualquier modelo de negocio en Internet que se sustente en la atención directa o indirecta de un público objetivo solo es posible si la calidad y cantidad de tu contenido está acorde a las expectativas generadas.

Sí, es de perogrullo, pero no está de más recordarlo, más si cabe en unos tiempos donde lo que sobra es precisamente opciones, y estamos inundados de una oferta de tal calibre, que se hace harto difícil seleccionar qué nos interesa, de lo que no, en relación al tiempo del que disponemos.

Por lo que mucho antes de enfrentar a nuestro proyecto en la estrategia de la promoción e interacción con una futura comunidad, es importante centrar nuestros esfuerzos en comprobar e invertir en la investigación, desarrollo y producción del contenido apropiado, a la comunidad a la que queremos dirigirnos y que permita, a los futuros consumidores, fidelizarse con él, saber a ciencia cierta qué existe ya, qué está funcionando y por qué. Y lo que es más importante: qué podemos ofrecer que no estén ya ofreciendo y si esa ventaja corporativa es lo suficientemente atractiva para invitar a los que no están a que nos visiten.

Es esto y no otro motivo el que dará el prestigio e imagen de marca, relevancia, e influencia ya sea, una empresa de entretenimiento Online, el blog personal de un profesional, un portal de web TV, una agencia de noticias, o una editorial de publicaciones electrónicas.

Ni la mejor campaña de marketing que el talento, la experiencia y el dinero puedan comprar logrará resultados duraderos si no se dispone de un contenido que cumpla las expectativas de las personas que lo consumen. Hoy más que nunca es un trabajo de equipo, donde uno sin el otro tienen muy pocas posibilidades de triunfo.

El marketing actual, dentro del contexto online y todo su arsenal técnico y teórico, será en el mejor de los casos un amplificador, el mayor de los altavoces del efecto (positivo o negativo) que nuestro contenido genere en nuestros consumidores, pero nunca el efecto en sí.

Si este es bueno, si es útil, si es divertido, o si por el contrario no aporta nada, es limitado o insuficiente, las estrategias de promoción y gestión de comunidades solo podrán acentuar, promocionar y fomentar (los aspectos positivos) o paliar, atender y escuchar con el énfasis de mejorar (en los negativos). Pero será casi imposible conseguir el tan añorado «engaged» que tanto se pregona hoy en día a los cuatro vientos.

Por lo que no puede ser más beneficioso a medio plazo anticiparnos en estas estrategias, estudiar las necesidades y posibles soluciones, conocer las tecnologías disponibles y saber cuáles, dónde y cómo podemos ejecutarlas, logrando lanzarse exclusivamente con el mejor producto y contenido posible, teniendo la humildad y confianza suficiente para estar preparados al riesgo que supone la exposición constante en el mundo hiperconectado, escuchando y participando en la conversación que se genere (y se generará participemos en ella o no) y reportando los resultados, con el objetivo constante de mejorar, teniendo en cuenta que cada día que pasa, el usuario es más difícil de captar y fidelizar, en parte por la gran oferta existente, en parte por la insensibilidad cada vez mayor a causa de la gran cantidad de estímulos que reciben a diario.

Monetizar la calidad a coste cero

Parece sencillo entender (no he inventado la rueda) que lo dicho hasta ahora es algo que está en el sentido común de la mayoría de las personas que han reflexionado mínimamente en ello, pero este choca frontalmente con la sensación generalizada de que las cosas en Internet, en su inmensa mayoría son gratuitas, libres y de acceso ilimitado.

Pero crear y generar contenidos de calidad, cuesta dinero. Entonces, ¿cómo podemos monetizar la calidad si lo tenemos que hacer, en principio, por coste cero para el consumidor?

La respuestas no son fáciles y es aquí donde los paradigmas establecidos para otros medios se me antojan insuficientes. Hay que comprender y hacer comprender a los anunciantes que hay que inventar nuevas fórmulas, nuevas herramientas de medida, retornos y modelos que sean lo suficientemente atractivos para unos y que generen el suficiente flujo para que la aventura sea beneficiosa para los otros. Si lo pensamos con perspectiva, aún queda muchísimo por andar en este sentido, y somos todas las partes implicadas de uno y otro lado los que debemos de ver en esta incertidumbre una enorme oportunidad para conseguir nuevos hitos en este nuevo entorno que es aún hoy en día Internet.

Solo tenemos que mirar en nuestro navegador favorito como un mal buscador (que genera millones de búsquedas que nunca llegaremos a revisar y que aún hoy en día no busca de forma semántica) y que es, hoy por hoy, «el jefe de la banda» porque, hace unos años ya, mejoró un paradigma hasta la fecha establecido.