
Dinero o poder, el dilema del fundador
6 marzo 2014
Controla tu propio destino o alguien lo hará.
Jack Welch
No hay nada igual.
Cuando el proyecto toma forma en tu cabeza, tiene nombre y comienza su andadura. Pasas a formar parte del «hall of fame» de los emprendedores, la categoría de moda, y en ese momento el ego está tan hinchado que sólo la realidad del día siguiente es capaz de pincharlo.
Y ya nos vemos, a pesar de las dosis de realismo que tratamos de inyectar a nuestro proyecto, como emprendedores de éxito y capaces de haber hecho fortuna y haber generado riqueza a nuestro alrededor.
Sin embargo, más pronto que tarde, el día a día nos coloca ante el verdadero dilema que atenaza al fundador: dinero o poder. A pesar de lo que podemos pensar, atesorar en la misma persona ambas características, dista de ser fácil. Es más bien muy difícil.
De hecho, lo más fácil es que terminemos sin dinero y sin poder. ¿Por qué?
En los inicios la experiencia de negocio es escasa, tanto que a pesar de poder «contratarla» falta experiencia para entender que es imprescindible hacerlo. Y en ese momento las cosas que te pasan en tu recién creada empresa, por mucho que te empeñes en dibujar una hoja de ruta digna de MBA, tienen más que ver con tu inexperiencia que con tu estrategia.
La consecuencia más importante de la falta de experiencia en los inicios, es fácil de formular: no somos conscientes de que necesitamos dinero y habilidades si pretendemos crecer. Así que la dicotomía a la que se enfrenta un fundador llega muy pronto: ¿consigo dinero mediante inversores o sobrevivo sin más?
Si lo haces, pierdes control al minuto de haber firmado la operación. Si no lo haces, tu empresa seguirá arrastrándose por el barro del día a día, cual ejército de operaciones especiales.
Un inversor te deja dinero para controlar qué haces con ese dinero. Y lo mejor del caso es que un inversor, suele ser alguien con rodaje, léase escaldado por múltiples batallas, por lo que además de poner dinero tiene opinión propia. Y esa opinión, en un alto porcentaje de casos, irá en la dirección contraria a la tuya. La experiencia de muchos fundadores así lo apunta.
Con este esbozo de panorama, ¿a qué se enfrenta el emprendedor? A decidir en su fuero interno si a futuro quiere riqueza o poder.
¿Qué ocurre si la elección es riqueza?
- lo más probable es que encontremos un inversor decidido a apostar por nosotros. Y los datos muestran que las startup que comienzan con más financiación, avanzan más deprisa que las que no. Al margen del resultado final y su permanencia en el tiempo.Pero para atraer inversores necesitamos ceder control. Hasta el punto de poner en riesgo nuestra posición como CEO’s de la compañía. Y es lógico, porque para crecer la empresa necesita habilidades que en una gran mayoría de los casos, no tenemos. Así que tenemos que ceder terreno. Y además esa cesión es por tramos, a medida que el inversor desembolsa más dinero.
Reconocer que uno no es el CEO apropiado, facilita las cosas dentro de la compañía. Lo ideal es contratar al CEO nosotros mismos, definiendo con nuestro equipo de dirección qué papel le toca jugar al fundador una vez que no está en el día a día de la gestión de la compañía.
¿Qué ocurre si quieres seguir siendo el gestor de la compañía?
Las malas noticias primero: tendrás que poner en riesgo tus propios bienes para financiar la operación. Riesgo a cambio de control, ya que nadie podrá ningunear tus decisiones, una vez que tú eres el que avala con tu casa en el banco o cuando inyectas esos ahorros que tanto te ha costado juntar.
Pero para evitar sorpresas financieras, ten en cuenta lo siguiente:
- Un banco no es un inversor, es un prestamista. Tendrán CERO empatía con tu proyecto y cuando vienen, vienen a por lo que más quieres.
- Cíñete a aquellas iniciativas empresariales que sepas gobernar. O dicho de otra manera, si te metes en camisas de once varas y arriesgas tu dinero sin conocer los entresijos del negocio, no estás poniendo en marcha una empresa, estás jugando a la ruleta rusa.
- Te vendrá mejor emprender en el sector servicios: necesitarás menos dinero para iniciar la aventura y mantenerla.
Sí, todos queremos ser Bill Gates o Phil Knight, pero basta echar un vistazo al mercado, para descubrir que un 50% de fundadores de iniciativas con éxito, ceden el control en los tres primeros años. Y a medida que el tiempo corre, disminuye su control.
Y esta situación puede ser traumática, cuando el fundador no es honesto consigo mismo. Si no ha decidido qué quiere en realidad para su compañía, sufrirá y hará sufrir a su equipo cuando los inversores le fuercen a ceder control como CEO.
Una dosis de mi propia experiencia.
Llevo desde que acabé mi carrera de derecho en 1988, creando empresas. Y lo digo en plural, porque han sido tres. La actual, Territorio creativo en 1997.
Territorio creativo ha sido hasta la etapa que arranca en 2009 una eterna promesa. Capaz de vender, de convencer y de enamorar, pero incapaz de rematar la jugada. Desde el principio he sabido de mis incapacidades y de mis fortalezas. Y como una empresa de servicios es como describía antes, un lugar para la gestión, no para los inversores, es muy dependiente de esas debilidades y fortalezas. Para compensarlo siempre he buscado rodearme de gente más capaz que yo, pero he sido irregular en ese proceso.
La etapa que vivimos ahora, cuyo germen es el año que arrancamos nuestro blog con la intención – lograda – de generar notoriedad sin depender de los medios de pago, ha supuesto para mí verme reflejado en la entrada que hoy publico.
¿Qué debe hacer el fundador de Territorio creativo? ¿Ceder poder y gestión para construir una empresa solvente por sus resultados económicos o aferrarse al cargo de CEO, a pesar de sus debilidades?
¿Y qué debe hacer el equipo que asume la gestión si el fundador cede su puesto? ¿desprenderse de él o sacarle partido?
No, la historia no acaba aquí. De hecho es una experiencia que busco transformar en manual para fundadores, necesitados de guía y de consejo. Se está muy solo en los principios.
Permanezcan atentos a sus pantallas 😉
Fotografía: @JuanLuisPolo 2014

