
De la tecnología a la comunicación
28 septiembre 2011
No hace demasiado tiempo, vivíamos una época rodeados de walkman, televisiones de tubo catódicos, donde la calidad de sonido se medía en HIFI y empezábamos a ver en las tiendas los primeros Compact Disc.
Una época donde en Internet estábamos algunos locos que a precio de llamada local, nos conectábamos mediante un aparatoso y ruidoso cachivache que llamábamos módem a velocidades que hoy pueden parecernos una broma de mal gusto.
En aquella época Internet no era aún «esa nueva tierra prometida» en la que se convertiría poco después con el boom de las llamadas punto com. Aún recuerdo, de forma muy nítida aquellos días de los límites, las carencias y los retos tecnológicos.
Pero la red, desde entonces, ha madurando y crecido a pasos agigantados y en pocos años se ha convertido en un lugar mucho más amigable, donde las barreras antaño (insuperables) hoy son cosas del pasado y donde la tecnología ya no está al servicio de sus desarrolladores, sino que se ha democratizado hasta tal punto que hoy en día cualquier persona con conocimientos básicos puede desarrollar proyectos online que no hace tanto necesitaban de auténticos expertos en la materia.
Se puede decir que la democratización de Internet es total y ahora cualquier persona, en cualquier lugar, es capaz de participar y compartir con el resto su voz, opinión o contenido, en el formato que más le apetezca (texto, audio, imagen o vídeo).
Esto ha generado una cantidad de contenido y de estímulos en tan poco tiempo, tan enorme, que cada vez es más difícil poder captar la atención de las personas que podrían estar interesados en los temas o información que queremos ofrecerle.
Hemos pasado en muy poco tiempo de cumplir las expectativas teniendo presencia en la red a tener que generar, coordinar y administrar una actividad cada vez más especializada y profesionalizada en diferentes entornos sociales, si queremos destacar nuestras marcas de productos o servicios del interminable río de información en la que conviven cada día.
Cada vez somos más ofreciendo más, y él único valor activo que tenemos a cambio de esa atención tan «codiciada», es la calidad y valor añadido que nuestro contenido pueda tener para ese posible receptor.
De la era de la tecnología a la era del contenido
No deja de sorprenderme un dato que por obvio, aún hoy es muchas veces si no ignorado, no tomado con la atención que se merece. Internet es básicamente un repositorio de información, y si queremos que nuestro mensaje llegue por encima del resto de miles similares, la única forma que tenemos para poder reclamar esa atención es mediante la capacidad de diferenciarnos a través de la creación de un contenido lo suficientemente sugerente y arrollador como para que entre tanta cantidad de estímulos nuestros posibles usuarios elijan consumir el nuestro.
Es por eso que no es la tecnología, ni sus herramientas, ni el exhaustivo conocimiento de las mismas, lo que nos diferencian. Son el conocimiento de nuestro entorno y la generación de contenido de calidad, concreto, y de valor añadido a la comunidad que nos dirigimos el único caballo ganador del que disponemos. Como por ejemplo Behance, desarrolladores de productos y servicios relacionados con la productividad creativa, que tienen una unión entre servicios productos y contenido de calidad convirtiendo a la marca en una referencia mundial en los temas en los que quiere que se le reconozca su aportación y experiencia.
Si seguimos cayendo en la tentación de pensar que «ese contenido» se puede seguir elaborando de forma improvisada, sin especialistas en comunicación y todo mediante una persona «chica o chico para todo», sería como tener un coche de Fórmula 1 conducido por cualquier mortal que no podrá nunca sacarle el rendimiento adecuado. Y siguiendo el símil debemos de asumir que todos tenemos accesos a los Fórmula 1 en tecnología hoy en día, en Internet.
Por ello los conocimientos que se demandarán en el futuro serán los relacionados con la comunicación en todas sus vertientes. Se desarrollarán cada vez más planes editoriales más profesionalizados y se tendrán en cuenta mayores y mejores presupuestos en este sentido, contando con equipos de dinamización y editorial, con blogs profesionalizados y contenidos que se destaquen de los generados por usuarios en sus ratos libres.
Las marcas deben de recoger este testigo y liderar esta evolución para llevarnos a las experiencias del Internet del futuro. No les queda otro camino para seguir luchando por esos puestos de privilegio tan codiciados en un entorno tan altamente competitivo y exigente como el de Internet.

